domingo, 1 de abril de 2012

Palabras reunidas


Dióscuros en la playa
Dioscuros en la playa
de edad de las alas curiosos de la onda
la risa desalada tan,libre humedece
el ese pájaro,ese pelícano de sueño
en el cielo de bruma
azul más puro que el aire
entre las conchas
para esos pianos
cubiertos de espuma
la mirada teje con dedos furtivos
partiendo del ojos de lentos arpegios
de hilo que se balancea
al ritmo del mar de peces fritos
oh cielo de tierra oh mar ágil
cercado de cuerpos
oh legítima sed empedrada de curvas
tímida se la piel que brilla
perla en pleno deleite
bajo el humo vibratorio del calor de las estrellas
invisibles.


Este poema de César Moro,mi poeta favorito,traducido por Guillermo Sucre,es el comienzo de la celebración del mes del libro en Artesarita.
Es tarea algo difícil,hablar de un libro sin hacerlo del autor,en este caso,hablaré de lo que este,en el que se encuentra el poema,significa para mi.LA TORTUGA ECUESTRE, es el único texto que recoge la obra de César Moro,en idioma español,el resto está escrito en francés,el ejemplar que poseo,lo editó Monte Avila Editores en 1970,trabajo impecable de Julio Ortega.
Siempre pasaba por el elevado de la Av. Urdaneta en Caracas,le llaman "el puente de la Urdaneta"en donde se encuentran libros y revistas fascinantes,en cualquier idioma,de todas la épocas,ediciones,traducciones...por precios antes irrisorios,hoy, la inflación también le ha tocado.
Un día pasaba por allí,era un lugar de encuentro con amigos libreros y asiduos visitantes,en esa oportunidad,yo fui por el lado donde no estaban mis amigos y pregunté si tendrían algo de Cesar Moro en español,el muchacho dudó,me pidió que"lo ayudara" porque el tenía casi la seguridad que si tenía,en aquella montaña de libros,con las manos sucias y sudando no perdía las esperanzas y de repente apareció,lo vimos al mismo tiempo,costaba bs 12,es decir,si lo compraba me quedaba justo con el tiket del metro,pero era una suma risible,quería mostrarle desinterés al hombre,pero sino lo llevaba alguien lo haría y no lo volvería a encontrar...algo maltrecho y manchado porque su portada es blanca lo compré,no podía creerlo,en el subterráneo había "un evento" y demoró tanto,pero yo me senté a leerlo entre incrédula y fascinada,cuando apareció el tren,seguí leyéndolo y acariciándolo,casi me dolían las manos de sujetarlo con fuerza ya camino a mi casa y cuando estuvimos ahí,lo acariciaba y volvía a su lectura,gesto que no ha desaparecido con los años.
Los libros,que objeto tan cercano,que amigo tan imprescindible,que gracia y obsequio de dioses es tenerlos.

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