miércoles, 8 de julio de 2009

FW: Medico venezolano canta "las cuarenta" al embajador cubano












Medico venezolano canta "las cuarenta" al embajador cubano



Por aquello que el calla otorga...este no se calló más...!!!

Huguette



Seguro muchos de ustedes recuerdan a Visay la maestra musical,la que utilizaba(¿utiliza?)la música como recurso pedagógico para enseñar a sus alumnos,en estos días me envió esta carta que un médico venezolano le escribiera al embajador de Cuba en Venezuela en ocasión que este último se refirierse a nuestros médicos con descalificativos bastante ofensivos,lo incluyo en la etiqueta Aquí,la cual se refiere a estos eventos políticos,sociales de nuestro acontecer en Venezuela.


Carta abierta escrita por el Dr. Rafael Muci-Mendoza, médico
venezolano y Profesor de la Escuela de Medicina de la Universidad
Central de Venezuela, al Embajador cubano.




Excelentísimo señor Embajador:

Debería usted bien conocer que es de ética elemental el que un
embajador no se inmiscuya en los asuntos internos del país que le
acoge como huésped.

Sus insolentes declaraciones sobre los médicos venezolanos, me
obligan moralmente a enmendarle. El "sistema de valores" que usted
nos endilga, según el cual 'nuestra intención al estudiar Medicina es
obtener un título y una acción en una clínica privada', además de
insultar nuestra dignidad, con aviesa intención nos expone al
desprecio público y nos desacredita ante nuestros enfermos; después de
todo, somos sus médicos y con sus miserias todo cuanto poseen.

Usted emplea el procaz lenguaje del Presidente de acá, para dividirnos
en 'oligarcas' y 'proletarios', epítetos éstos dichos para
agraviarnos y que nunca antes nadie utilizó. Siendo antitípico
hablar en primera persona, debo expresarle que, como muchos de mis
colegas y aunque a usted le duela, recibí, en LIBERTAD, una excelente
formación moral, ética y académica que coloca al paciente como
principio y fin del acto médico, paradigma que he tratado de inculcar
a mis numerosos alumnos.

Yo, como tantos, por cerca de 40 años y por un magro sueldo, he
trabajado con tesón la mitad del tiempo en un hospital público, a
costo subsidiado con nuestro ejercicio privado. Este último lo hemos
ejercido como profesión liberal en clínicas privadas, en LIBERTAD, con
honestidad, mística y orgullo.

Pero además debe usted saber que en lo personal he visitado Cuba en
tres ocasiones. No lo hice por curiosidad o turismo, y le confieso
que no conozco Varadero. He sido y he continuado siendo un invitado de
sus médicos, y respecto a ellos, nunca hice uso de cuanto vi u oí en
su país.

Su irritante intromisión me indica que es tiempo de hacerlo. En mayo
de 1993, cuando su gobierno al fin dio a conocer al mundo la epidemia
que, a pesar de sus adversas consecuencias, había mantenido en secreto
desde 1991 y amenazaba con dejar en la umbra visual a más de 40 mil
sufrientes, formé parte de una misión humanitaria que visitó la isla..
En compañía de colegas cubanos y de diversas procedencias, examiné
personas afectadas, ayudé a definir el paciente-tipo y a esclarecer
las causas de lo que se dio en llamar Neuropatía óptica Cubana, y que
en resumen --a despecho de que se haya invocado un factor
multifactorial-- fue trasfondo de miseria y hambre. En cinco
ocasiones me reuní con su Comandante para discutir estrategias
diagnósticas de la epidemia, hoy por cierto trocada en endemia. En
una de estas reuniones, y aunque parezca una pretensión el decirlo,
una de mis colegas cubanas dijo públicamente que la neuro-oftalmología
cubana se dividía en dos períodos, antes y después de las visitas
docentes del doctor Muci.

A pedido de su Señor, hice mi último viaje a Cuba. Les comuniqué todo
cuanto sabía; guiados de mi mano aprendieron nuevas técnicas, mis
diapositivas fueron copiadas, y mis charlas video, grabadas. No pedí
nada a cambio. Mucho me fue ofrecido, pero el olvido es traicionero.
Una simple esquela de agradecimiento me fue regateada.
Regresé con la satisfacción del deber cumplido y un rictus de dolor
al recordar la mirada famélica de mis colegas, trasunto de hambre de
LIBERTAD, hambre biológica, pero también hambre intelectual al carecer
de los instrumentos básicos para adquirir conocimientos: libros y
revistas científicas.

Mientras tanto, Cuba exportaba su revolución con los dineros de un
pueblo miserable. Pude apreciar allí dos clases de médicos. Unos,
'los olvidados' --a lo peor, distanciados del partido comunista-- que
ocupan los escaños más bajos de la pirámide médica sin esperanzas de
ascender. Ésos no asistieron a mis charlas. En mi universidad asisten
a mis cursos, en LIBERTAD y por libre albedrío, quienes así lo deseen,
sean médicos, estudiantes y aún miembros de otras profesiones. La
otra clase, que llamaré 'la nomenclatura' --los ubicados en el
vértice--, tenían acceso a la escasa tecnología y eran celosos
guardianes de los libros, depositarios del poder que da el
conocimiento. Ésos, privilegiados del sistema, tienen acceso a los
banquetes, y viajan al exterior con dólares olvidando a aquellos
pobres colegas que se quedaron en casa. La sociedad cubana es una
sociedad triste donde se habla calladito para no ser escuchados por el
Estado policial, donde se asciende siendo fiel y denunciando; en fin,
trepando por sobre las cabezas de otros. La medicina de avanzada que
ostentan, está apoyada en una ingeniosa propaganda, pero en realidad
es una triste farfolla.

Los delineamientos de su 'mar de felicidad' han encontrado eco en un
gobierno antinacionalista, formado por una chusma precaria de
talentos. Por ello, con la creatividad castrada y a un coste de 1,3
millones de dólares diarios, prefieren buscar 'asesorías' y enviar
enfermos a la isla. Su nulidad y estulticia les impide tomar medidas
de contingencia para ayudar a tanto necesitado que clama en nuestros
hospitales por la resolución de sus problemas. Como usted declara,
traer '1.500 profesionales' de sus fábricas de médicos, es otro
inaudito ejemplo de traición a la Patria, de desnudez neuronal, un
intolerable insulto, una incomprensible medida si se toma en cuenta,
por una parte, el desempleo local y, por la otra, el que apenas son
necesarios menos de 59 médicos para llenar las medicaturas vacantes
para las que, estoy seguro, hay voluntarios. Las erradas políticas de
salud no son culpa de los médicos. Son exclusiva competencia del
Estado venezolano.

Hago mío el eco lastimero de mis pacientes y reclamo para ellos el
dinero que injustamente se le regala a ustedes. Esos pobres seres han
visto empeorar sus dolencias a lo largo de cuarenta años de apatía,
pero, a no dudar, ahora se encuentran peor desde que 'el proceso'
trata de rasarnos con ustedes, por lo bajo. Hay en la isla de Cuba
demasiados aspectos que mueven a vergüenza y dolor, demasiados como
para que usted cínicamente nos censure.

Se puede engañar a alguien una vez, pero no a todos todo el tiempo.

DR. RAFAEL MUCI-MENDOZA C.I. 1.345.517



























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