miércoles, 1 de julio de 2009

Querido Julio:

Es tu primer día mes,creo que sigo esperándote con la misma inquietud de cuando niña,eras el inicio de las vacaciones,las últimas lluvias,hacer papagayos para volarlos en el luminoso mes siguiente.
Al último día de clase lo seguía el de La Virgen del Carmen,asistir a misa,comer la torta de tres capas que me hacía Rossina D'Agostini.
Era tiempo de esperar a la tía Sara y al tío Miguel,de ir al río,indagar detrás del mangle ver el intenso color de los pájaros,acostarse mas tarde y levantarse igual de temprano como si estuviésemos en clase,para aprovechar todo minuto tuyo.
Tus cielos,Julio,tus cielos,en la calle ese puñado de niños jugando,gritando riendo,quedando atónitos ante la caída de "estrellas fugaces",las niñas intentando vanamente halar un mechón de cabello mientras pedíamos un deseo.
El 20 se cumplirán 40 años del episodio que marcó la vida en muchas generaciones,el día que a Maribel Rendo se le quedó su brazo trabado en el rodillo de la lavadora y que mi mamá,lo sacó con un certero movimiento,dejándonos atontados,el día que la hice mi heroína.
40 años,Julio de los ojos desorbitados de mi hermano Isaías mirando catatónico la llegada del hombre a la luna y yo a un lado suyo,sin entender,riendo porque era ecotimica su emoción.
Fue la primera vez que vi "el mar de la tranquilidad" y aquella máquina extraña de la que salió un hombre flotando,pero la narración era en inglés,luego aprendí a decir Apolo 11 en mi idioma,pero Neil Armstrong lo decía perfectamente de tanto oírlo de aquella voz emocionada,sin rostro que se oía en la pantalla y creo que al igual que nosotros decía,NO LO PUEDO CREER.
No había que entender nada,fue mi primera y total entrega a lo sensorial,doblemente,porque Isaías que a ratos salía de su estado contemplativo a centímetros de la pantalla,decía algo,en voz alta,tan inentendible como la narración del hombre,,pero que solo producía alegría,era como vivir la alucinación de otro,pero sabiéndola realidad.
Estoy pues,Julio,en el mes de los 40 años de mi primera gran emoción,del primer gran impacto de mi vida,cuando vi la luna por dentro,en los ojos de Isaías,en la voz aquella,que la sentí en mi corazón.



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