viernes, 12 de marzo de 2010

Paisaje yaracuyano

Cuando visité este estado del país (por razones estrictamente laborales)donde ahora vivo,traía una cortica lista de nombres de personajes importantes y con vida de la región,amigos de mi hermano,ex-compañeros de estudios...por lo tanto eran escritores,poetas...en la listica,yo conocía a uno,así,de hablar con él,de comentarle lo que me decía(me dice)su escritura.En mi transito por Caracas,visitaba eventualmente en compañía de otro poeta a este muchacho que no por azar(definitivamente este no existe,el azar,digo)trabajaba en la biblioteca nacional en la sección de "libros raros".
Cuando conocí a Lázaro Álvarez,me pareció un muchacho sereno y pensé en lo parecido que es a lo que escribe,al hablar,se pasea por las palabras como con cuidado,como si caminase y no quiere tropezar con nada ni con nadie.Al leerlo,siento que va armando sus imágenes con esmero de que no se atropellen o agolpen,de que salgan una a la vez por el ritmo de la escritura y así nace el poema.
En una arte del tránsito en la enfermedad de mi madre,debía permanecer inmóvil varios días en una cámara de cobalto,ni mi hermana o yo podíamos entrar.Entre las cosas que le di para que se llevase a tortuoso y frío tratamiento,un par de medias mías estridentes y un libro de Lázaro Álvarez,que la conmovió mucho y que a través de los años repetía de memoria cualquiera de sus versos.
En facebook,he publicado fragmentos del trabajo de este poeta,hoy comparto con ustedes,de forma completa, un poema suyo, de su libro Paisaje Reunido.

Antes de irnos.

Nadie diría que un viaje así
es elegía callada por la vida.
Ritual sereno para los hombres que meditan
mientras pasan ciudades
aldeas de la infancia
o árboles inocentes que el viento alegra.
Mudos adagios de las rutas
por no estarnos quietos en un solo sitio.
Viajes que nos arrancan de donde empezamos a querer
aire tibio que nos retiene sobre la madera vieja de los bancos
donde esperamos junto a otros
y entre desconocidos
nos fumamos el miedo,el agobio de irnos.
Escucha el triste desorden de las despedidas
mira a las pobres gentes que se aman
la mirada de sus rostros brillantes
que no quiere olvidar
ningún recado,ninguna pertenencia
en el breve instante en que se apuran a amarse.
Y en el nuevo frío de la ciudad
mientras en la madrugada vuelven a partir los autobuses
sentirás todavía
el sueño de las pobres aldeas
el diálogo roto de las despedidas
y el breve ruido de la vida distinta
que no puede vivirse.

No hay comentarios: