domingo, 15 de febrero de 2009

Epistolas amorosas

A finales de 2008 hice una entrada con una carta de mi libro Epístolas a la luz de la tarde,hoy quiero compartir otra con ustedes.



Villa de San Carlos de Austria,30 de Septiembre de 1992

Karlo:

Hoy no tengo el manto de mis delicadas pieles que acariciaste la otra noche,ni sostengo en mi boca el verso sedoso y blanco que me escuchaste;de seguro hoy no lanzaría mis brazos de virgen hasta la inquietante invitación de los tuyos y a la irresistible llama de tu boca.
No tengo en este momento las tibias palpitaciones que te fascinaron,ni los apenas perceptibles perfumes que retuviste con tus besos.Soy ira irremediable,¿no sientes acaso el calor de mis ráfagas enfurecidas?, no soy todos aquellos niños,con hiel he untado mis pies que has sostenido con tus manos enloquecidas.
Es miedo de no verte,Karlo, que maleficio me posee y lanzo zarpazos por las calles y quiero,cual catástrofe,arrasar con esta Villa,hasta acabar con el último vestigio de tu ausencia.Es el miedo a que te quedes en la maraña terrible de la desesperación, sin saber cuanto te amo.


Ven a devolverme mis dulzuras
Isabel

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